miércoles, 2 de enero de 2013

FINAL DEL CUENTO, por Cyrana




… la decisión era difícil. De una u otra manera sabía que la parca, camuflada bajo uniforme sureño, le esperaba en la orilla. En estado dubitativo, conocedor del fatal desenlace, vivencias y pensamientos reprimidos durante años comenzaron a rondarle. Y… se dejó llevar. Divagó. Uno, dos, diez minutos… un lapso indefinido de tiempo irrecuperable. El cansancio y la certeza de una muerte próxima le proporcionaron la calma que precede a lo inevitable en los hombres fuertes de espíritu.
        El croar de una rana le sacó de su ensoñación. Pero ya era demasiado tarde. Las gélidas y, consecuentemente, faltas de nutrientes aguas del río Kaskaskia habían hecho efecto. No sentía sus piernas. Ahí estaban, pero no podía moverlas. En cuanto a sus ‘partes sagradas’, pequeños peces hambrientos las devoraban cual manjar navideño en mesa de indigentes. Obviamente, se dejó arrastrar por la corriente. Ya no valía la pena seguir viviendo.

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