viernes, 15 de noviembre de 2013

Monólogo, por Frank de la jungla




En realidad yo no quería hacerlo. Apenas tuve tiempo para reaccionar. Si pasó lo que pasó es porque nadie me dijo que no debía. No sé. Si al menos alguien me hubiera advertido de las posibles consecuencias... Tal vez no tendría que estar ahora dando estas explicaciones. Quizás tú puedas explicarme cómo ocurrió. La verdad, no sabría razonar muy bien si me preguntaran.
En fin, pero qué más da. Está hecho y ya está. Tú podías habértelo olido un poco ya desde el principio, además. No voy a ser yo ahora el malo. Tan culpable eres tú por no advertirlo a tiempo, como yo de haberlo hecho. Aunque, pensándolo bien, no sé para qué andamos mareándonos, si no hay vuelta. Lo mejor va a ser asumirlo y seguir adelante. Porque, menudo estropicio hemos montado, ¿verdad? Ya sé que ahora no es el mejor momento para bromear pero, joder, estoy seguro de que mañana nos estaremos riendo de lo que acaba de ocurrir. Bueno, al menos yo sí. Tú no sé, a saber, tu cara me dice que no estás para mucha fiesta. A mí me entra la risa nerviosa cuando estoy en una situación incómoda. Es un tipo de "defensa", según tengo entendido, cuando una circunstancia se te escapa de las manos y te ves inundado por una avalancha de pensamientos que te vienen sin freno alguno. En mi caso, es como si sintiera que una ola gigante me tragara y me ahogara. Necesito respirar de algún modo y así, sin más, me echo a reír. Es como una válvula de escape. En más de una ocasión he sentido que mi reacción está fuera de lugar y que probablemente estoy incomodando a quienes me rodean en ese momento (como cuando estábamos en la calle viendo cómo la ambulancia se llevaba a la pobre anciana y de pronto comencé a reírme hasta que me entró el hipo ¿recuerdas?). Simplemente no lo puedo evitar. Conscientemente sé que no debo, pero físicamente no me puedo contener.
En cuanto lo arreglemos, ya verás cómo todo esto se convierte en una anécdota graciosa para contar. Estoy seguro de ello.
¿Cómo ha ocurrido? A saber... Las reacciones son muy traicioneras a veces. Comienza por una broma, sigue con una respuesta, entra el comentario sarcástico, unas carcajadas... Supongo que el alcohol algo habrá tenido que ver, aunque no hemos bebido tanto como para que se justifique lo que hay aquí. Hemos bebido muchísimas veces y mucho más que hoy en nuestra larga historia sin que nada así  aconteciera. ¿El estrés quizás? A mí no me mires. Yo no soy lo bastante complejo como para agobiarme por una simple pelea. Sabes que por mucho que me enfades, no me dura la irritación más de 24 horas. En cuanto a ti, no sé lo que te pasa, pero llevas una temporada que saltas a la mínima. Siempre te digo que no es bueno que te lo guardes, que eso te corroe por dentro. Antes me contabas las cosas que te preocupaban pero ahora es como si ya no hubiera confianza. No te culpo. Al fin y al cabo cada uno ha encauzado su vida por caminos diferentes. Ya no nos vemos como antes. Desde lo tuyo con "ya sabes quién" todo está algo enrarecido, ¿no crees? Me refiero a que el ambiente ha cambiado. Es normal. Pero, joder, que no sea porque no estoy aquí para escucharte, ¿de acuerdo? No pretendo culparte. Tan culpable soy yo como tú, seamos sinceros. Así que estamos en paz.
Lo que comienza a preocuparme es qué decimos si alguien nos pillara ahora mismo. En este momento ando algo falto de imaginación y de excusas. Esa parte siempre se te ha dado mejor a ti que a mí. Delego la responsabilidad en tu imaginación. Los dos estaremos francamente jodidos si a algún incauto se le ocurre cruzar esa puerta por casualidad. No es desasosiego lo que me causa estar como estamos, pero me incomoda ponerme a elucubrar en las consecuencias que ello supondría. Mejor no pensar en tales hipótesis.
A lo que voy es... que ahora no es tiempo de andar pensando en el cómo ni en el por qué, ni siquiera en esa puerta que da a la calle, si no que ahora lo que toca es limpiar todo este estropicio. Y sinceramente, no tengo ni idea de por dónde empezar. Creo que por algún lado tengo un balde y un cepillo. Quizás en la cocina encuentre algún producto de limpieza que nadie eche en falta. Por suerte, hemos venido a liarla casi en el mejor sitio de la casa. Si llegamos a cargarnos un sólo jarrón de la colección que hay en la sala de estar, ¡saldríamos mal parados los dos! Aquí al menos el suelo es de baldosa y no hay objetos de valor que no se puedan reemplazar con un viaje al supermercado. Nadie echará en falta unos cuantos trapos o el mocho de la fregona. Me pregunto si el limpiador multiusos este "de marca" que tanto anuncian en la tele es tan bueno como lo pintan. Hoy creo que lo sabremos. Más le vale hacer honor a su eslogan y "no haya suciedad que se resista al poder de la limpieza de los agentes activos", sean lo que sean esos "agentes". Confiemos en que funcione, porque veo difícil que podamos pedir que nos devuelvan el dinero si no lo hacen. ¡Jejeje! ¿Qué? ¿No te ha hecho gracia? Pues no sé por qué no, a mí me ha parecido gracioso. Desde luego, tu cara me dice definitivamente que hoy no estás para chistes, así que prosigamos.
Tan sólo una cosa. Ya sé que lo que voy a solicitarte quizás te cueste un poco (bueno, NOS cueste) al principio, pero sabes que no te lo pediría si no lo necesitara. En fin, allá voy. Voy a necesitar que me prestes ese hacha que tienes clavada en la frente. Te queda muy bien, la verdad, pero lo cierto es que voy a necesitarla para, bueno, ya sabes... hacer de ti un conjunto de partes más... digamos, manejable.
Tú no te muevas de aquí, ¿vale? Voy a por unos guantes y unas botas al garaje. Ahora mismo vuelvo, amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario