El
sonido a aire comprimido alertó al Prefecto. En la puerta apareció Grimack el bárbaro, el mejor soldado del
cuadrante del este que tras seis meses regresaba a la base central de la Federación. Por
la cara de preocupación y el semblante serio era obvio que no traía buenas
noticias.
-Has
tardado mucho en regresar, los datos preliminares indicaban que con dos meses
bastaba -el Prefecto seguía sumergido en sus notas, no deseaba ver la cara del
soldado.
-Las
cosas se complicaron –sus temblorosas manos dejaron caer el informe sobre la
mesa. El Prefecto le dio un rápido vistazo.
-¡Imposible!
¡Por Ganímedes!
-Lo
siento Arthur, hemos hecho todo lo que se nos pidió -su malla metálica pareció
llenarse de culpabilidad.
-¡Tonterías!
Quiero hablar inmediatamente con quien haya escrito esto –Arthur era
perfectamente consciente de que Grimack no era el autor del informe, su cerebro
de pulga no le permitía ejecutar más de una acción a la vez.
El
líquido rosa giraba entre los surcos de cristal y volvía a ascender a modo de
remolino hasta llegar a un matraz, donde se mezclaba con algo viscoso de color
marrón. Mientras tanto, unos ojos saltones escondidos tras unas lentes
analizaban palmo a palmo cada movimiento extraño, y todo fuera de lo razonable
era estudiado concienzudamente.
-Doctor
Malphus, el Prefecto ha solicitado su inmediata presencia -un guarda de la
corte observaba con extrañeza y cierta timidez los alocados gestos y espasmos
del científico.
-Bien,
bien, parece que lo ha leído… se habrá llevado una gran sorpresa. No os
preocupéis, chicos, no tardaré mucho, he de ir a ver al pequeño -el Doctor tenía la peculiar costumbre de hablar con sus
instrumentos, tantos años investigando con líquidos y gases volátiles lo habían
vuelto tarumba. Como era bien sabido por todos, tampoco sentía mucha admiración
por el Prefecto, y el apodo que hacía referencia al tamaño de éste era una
clara muestra de ello.
Los
últimos rayos de la tarde daban un tono ocre a la estancia del Prefecto que
deambulaba nervioso mientras agitaba el informe con una agresividad inusitada.
Cuando vio al guarda acompañado por Malphus miró fijamente a Grimack. Éste les
dejó solos inmediatamente.
-Me
la has vuelto a jugar de nuevo, mi querido Doctor, pero esta vez te has pasado.
-¿Yo?
Te equivocas, yo no me invento los informes, tan solo transcribo los datos del
analizador.
-Entonces
cómo explicas el último punto del informe, el que nos ha llevado a contactar
con ellos. No se trata de algo objetivo, es una respuesta consciente y meditada
-los papeles impactaron contra las ya maltrechas gafas de Malphus.
-Lo
sé, aunque la probabilidad es muy baja, a veces suele ocurrir.
-Rechazan
nuestra propuesta… esto es inaudito e inadmisible. ¡Serán estúpidos! Según el
informe, poseen un sistema nervioso avanzado y son capaces de alcanzar niveles
cognitivos que los malgoreanos no llegan ni a adivinar. Es más, tienen una
fuerza psicológica impresionante, pero les ofrecernos nuestra avanzada
tecnología a cambio de un poquito de combustible negro y la rechazan.
-Creo que lo llaman petróleo,
Arthur.
-Me da igual. Cómo es posible; están
inmersos en guerras interminables donde se matan unos a otros, las enfermedades
acaban con poblaciones enteras, la pobreza invade cada rincón de su estúpido
planeta y aun así no intentan evitarlo. ¿Tanto les cuesta acaso cedernos un
poco de su riqueza? Con el cambio saldrían ganando cualitativamente, de eso no
hay duda. Con nuestros controladores de masas podrían aplacar hasta a elefantes
en celo -ladeó la cabeza en una burda imitación de un elefante.
-Su economía está estrechamente
unida al petróleo.
-¿Acaso
no pueden vivir sin el?
-Los
que tienen acceso a él rigen el devenir de las poblaciones. En definitiva, el
petróleo es sinónimo poder, y es lógico que no se quieran desprender de él.
-Comprendo. Si el inepto de Grimack
hubiese actuado con diligencia…
-Si
me das un poco más de tiempo, yo mismo conseguiré sintetizar petróleo o, si
cabe, algún derivado igual de útil, es cuestión de tiempo.
-Llevo
años aguantando tus estúpidos experimentos que no llevan a nada. He invertido
mi tiempo y dinero en promesas que se han convertido en humo.
-Te
recuerdo que los escudos de fuerza magnética vieron la luz gracias a mí –el
Prefecto hizo oídos sordos a aquel comentario.
-No…
parece que nos hemos equivocado, sienten un amor casi divino hacia el
combustible negro y no podemos evitarlo. Será un duro golpe para la Federación.
A los dos días, el Prefecto y
Malphus sobrevolaron la densa atmósfera para observar el fracaso con sus
propios ojos.
-Son increíblemente tan estúpidos y tan…
distintos.
Estas fueron las últimas palabras
del Prefecto. Obviamente, nunca más volverían a la Tierra.
El petróleo es sinónimo DE poder. No sinónimo poder. Línea 15 desde el final.
ResponderEliminarNo deberias de conformarte sólamente con la corrección del word para tus textos.
Sigue así chaval, vas mejorando poco a poco.
Jope Anónimo,¿tampoco es cuestión de sacarle punta a todo no? Ya sé que es sinónimo DE poder. Todos cometemos errores. Si nos vamos a poner tan tiquismiquis, podrías aplicarte el cuento (utilizando el word o el corrector que quieras) y corregir tus propios fallos ortográficos, ya que la palabra "deberías" va con tilde. Por cierto, si vas a entrar a "trolear", ten la decencia de dejar los comentarios a tu nombre. Es muy fácil criticar a la gente de forma anónima.
ResponderEliminarMuy bien querido alumno, has descubierto el error que había dejado para ponerte a prueba. Recuerda siempre las clases que te dí y seguiras el buen camino.
EliminarRespecto a quien soy, no me cabe ninguna duda de qué sabes quien soy, me llamas trol y me recuerdas a una canción que te gusta. El trol lolo lolo lolo.
Seguiré dando caché a tu blog a no ser que me lo pidas explícitamente.